¿Puede un padre o madre sentir rechazo por su hijo/a y al mismo tiempo quererle?
Empiezo con una pregunta:
¿Puede un padre o una madre rechazar a su hijo o hija y al mismo tiempo quererle? Y si es así ,¿el rechazo es siempre reconocido y aceptado?
Cuando un padre muestra abierta y directamente estos sentimientos, el hijo sabe dónde está parado, sabe qué esperar, está viendo la piedra en la mano del padre y buscará la forma de protegerse cuando la lance; construirá escudos, desarrollará estrategias, echará a andar todo su ingenio y su potencial para lidiar con la situación. En cambio, cuando en grado extremo el padre reprime, oculta y niega el rechazo, se activará inconscientemente un mecanismo de defensa llamado formación reactiva, el cual consiste en encubrir un motivo o sentimiento que causa angustia y culpa, experimentando conscientemente lo opuesto, de manera que antes de que el verdadero sentimiento o motivo llegue a la conciencia se convierte en su opuesto.
La pesada carga del hijo parental
No significa que de pronto el hijo decidió tomar ese rol, la mayoría de las veces ni siquiera es consciente de que lo tiene, surge como un mecanismo de compensación para mantener la homeostasis o equilibrio en la familia. El hijo parental presenta comportamientos característicos: cuida a sus hermanos, les da consejos, los reprende, está convencido de que debe ser su ejemplo a seguir; cuida también a sus padres, los regaña, les indica cómo educar a sus hermanos y qué permisos concederles; toma además decisiones importantes en casa: recibe las quejas del padre o madre acerca de las faltas de su cónyuge y se siente obligado a dar apoyo y consejo al respecto. Pero por dentro este hijo vive en tal grado de tensión que sólo quien ha estado en ese lugar puede comprender.
Recuerdo el caso de Natalia, de 12 años, que se en-cargaba literalmemente de que sus dos hermanos pequeños hicieran las tareas escolares, comieran, se vistieran, todo ello bajo la inatenta mirada de su madre con una botella de alcohol en el sillón de la casa. ¡Y pobres de sus hermanos si no lo hacían!
Por otra parte, en ocasiones escuchamos que los pequeños son “el hombre o la mujer de la casa” cuando los progenitores se separan o cuando se van de viaje. Pero como dice Martha, nunca un hijo es el hombre o la mujer de la casa; si en esa familia por cualquier razón no hay esposo o esposa de modo definitivo o temporal, simplemente no hay hombre o mujer de la casa. Los hijos no deben, no pueden, no les corresponde ocupar ese lugar cuando está vacío, está vacío y punto; el hijo es el hijo y nunca será, ni tiene por qué serlo, el sustituto del padre o la madre ausente. La inseguridad, el miedo a la soledad, pueden llevar a los padres y madres a actuar de esta manera (y con ello no decimos que si en algún momento lo hemos dicho sea una barbaridad, sino que el problema aparece cuando se hace de manera reiterada y el niño o niña acaban asumiendo esa función).
Hace unos días una adolescente me decía que tenía un dilema a la hora de decidir con quien se iría a vivir tras la separación de sus padres porque su madre la martirizaba continuamente recordándole lo mucho que se parecia a su padre, pero éste le decía cada vez que tenía ocasión que tendría que quedarse a vivir con él porque así sería la mujercita de la casa (y él obviaba lo que la menor decía de…y con ello, hacer la comida, poner la lavadora, comprar..)
El dar es siempre en sentido descendente, es decir, desde las generaciones mayores hacia las generaciones que le siguen, y un padre no tiene derecho a reclamar a sus hijos por todo lo que les da.
En definitiva, nadie dijo que ser padre o madre fuera fácil. Y no se trata de juzgar lo mal que lo hacen unos u otras, o de estigmatizar a aquellas personas que por razones injustas no tuvieron la oportunidad de tener una infancia y una adolescencia felices dificultando con ello una competencia parental adecuada. Lo que importa es el darse cuenta pronto, por uno/a mismo/a o con ayuda de profesionales. El cambio en positivo merece la pena para niños y grandes.
Y por supuesto que se puede rechazar y querer al mismo tiempo a un hijo o una hija aunque sea difícil de creer si no se tienen en cuenta las historias personales de cada uno/a.
Fuente: https://resilienciainfantil.blogspot.com/2013/11/puede-un-padre-o-madre-sentir-rechazo.html