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Los hijos y los segundos matrimonios

02.01.2013 12:34

 

 
Después de la muerte de un cónyuge o del fracaso de un matrimonio, hay quien rehace su vida con otra persona. En ambos casos, y por diferentes razones, a veces las personas son reacias a dar el paso de volverse a casar. En el caso de los viudos, muchas veces existe una cierta sensación de deslealtad hacia el anterior cónyuge cuando intenta establecer una nueva relación sentimental. Cuando ha habido un divorcio, es el temor a otro fracaso el que a veces frena la posibilidad de un nuevo compromiso. Pero es quizás cuando hay hijos de los anteriores matrimonios, cuando se plantean más dudas a la hora de empezar una nueva etapa.

 

1. Peculiaridades del segundo matrimonio 
2. Cómo afecta a los hijos y qué hacer 
3. La pareja ante los hijos del otro

1. Peculiaridades del segundo matrimonio

 

Cuando una persona decide casarse por segunda vez, hay un hecho que condiciona de diferentes maneras este matrimonio, y es la existencia de un matrimonio anterior.

El recuerdo de la pareja fallecida o el temor a cometer los mismos errores que en el pasado, en los casos de una ruptura, van a estar presentes en los segundos matrimonios. No obstante, la ilusión de la nueva relación y, la predisposición de ambos cónyuges, hace que se superen estos obstáculos iniciales.

Cuando uno o los dos miembros de la pareja tienen hijos se plantea una dificultad añadida. Ahora no solamente tendrán que centrarse en una relación de pareja, sino que tendrán que esforzarse en la relación con los hijos de esta. Esta relación suele ser compleja y difícil y no en pocas ocasiones ha supuesto un obstáculo que ha terminado con la ruptura del segundo matrimonio.

En estos casos, el adulto que va a convivir con una nueva familia ha de tener claro que no sólo se va a comprometer con una persona, si no que su compromiso se extiende a los hijos de ésta y habrá de actuar con mucho tacto e inteligencia para conseguir que esa relación sea un éxito.

2. Cómo afecta a los hijos y qué hacer

 

La formación de una nueva familia puede provocar en los hijos una serie de sentimientos que van desde los celos al sentimiento de culpa y que suelen acabar provocando un rechazo ante la nueva situación.

Estas reacciones se deben a varios motivos:

- La ruptura de un matrimonio supone una situación muy traumática para los hijos. Estos mantienen muchas veces la ilusión de la reconciliación de sus padres y la aparición de una tercera persona supone un importante obstáculo para que esa situación se produzca.

- Los niños ven en la nueva pareja un rival, piensan que va a disminuir el cariño y la atención del padre o la madre hacia ellos. Ante este situación, es fundamental que se le preste especial atención a los hijos, escuchándoles y procurando entender lo qué quieren decir y qué están sintiendo. Es necesario, explicarle que la nueva relación no va a afectar a vuestra relación con ellos y, sobre todo, es necesario mostrarle lo mucho que los queréis y estar más pendiente de ellos en esos momentos hasta que se adapte a la nueva situación.

- Los hijos, en muchas ocasiones, tienen una reacción de rechazo ante el nuevo padrastro o madrastra como una manera de manifestar su apoyo y lealtad a su padre o madre.

Dependiendo de la edad las reacciones de los hijos serán diferentes:

Los más pequeños, los menores de cinco años, tienden a echarse la culpa y piensan que sus padres se han separado porque ellos han sido malos o desobedientes, no entienden qué sucede en su familia. Para ellos, dejar de vivir con su padre o con su madre y además tener que convivir con otra pareja, supone un auténtico desconcierto y sufrimiento, no pueden comprender lo que está sucediendo y acusan mucho este cambio de vida. Se vuelven muy irascibles y nerviosos.

Los niños menores de doce años se sienten solos, temen ser menos queridos u olvidados por sus padres, necesitan ayuda y la figura de la pareja de su progenitor acrecienta estos sentimientos. En algunos casos, aparecen cuadros depresivos, menoscabo de las relaciones con sus amigos y un deterioro del rendimiento escolar. En esta edad, es fundamental conversar mucho con ellos y explicarles que convivir con otra persona no va a afectar a vuestra relación con ellos, que ellos siempre serán vuestros hijos y nadie va a interferir en vuestros sentimientos, que son lo primero en vuestra vida.

Los adolescentes reaccionan de dos maneras diferentes, bien maduran prematuramente asumiendo la situación, aunque no les guste ni la acepten; o bien muestran un rechazo absoluto, creando problemas en la pareja y en la casa, y manteniendo conductas antisociales, fracasando en los estudios e incluso refugiándose en las drogas.

En todos los casos, lo fundamental es explicar con claridad esta situación a los hijos, dentro de lo que pueda entender según la edad de cada niño y dejar que ellos expresen sus sentimientos, sin censurar lo que intentan decir de vuestra pareja, hay que dejarles expresar su irritación, desaprobación, frustración, temor, angustia...

Es importante darles tiempo para que acepten a la nueva pareja o para que asuman la nueva situación, no debéis forzarlos a que lo hagan, sería contraproducente.

Cuando pregunten sobre vuestra nueva pareja y la relación que mantenéis con ella, explicarle todo lo que necesitan saber porque ahora, esa persona, también forma parte de su vida.

 

3. La pareja ante los hijos del otro

 

La incorporación de la nueva pareja a la familia debe hacerse con naturalidad,no forzar la situación para agradar ni ser excesivamente simpático. Hay queser comprensivos y entender que los niños están pasando una situación difícil, habrá que darles tiempo para asimilar tantos cambios en su vida, por lo que será comprensible que en un principio la nueva pareja no sea del agrado de los niños.

Si los niños lo rechazan de antemano sin conocerlo y son antipáticos o cortantes con la nueva pareja, ésta debe dejar pasar esos momentos siempre que no le falten el respeto, debería ser comprensivo y entender que esos niños están sufriendo porque bien echan de menos a su otro progenitor o a su vida anterior y, en definitiva, él es un extraño para ellos a quien probablemente culpen por su cambio de vida.

Las nuevas parejas no deben intentar suplantar a nadie, ellos van a tener un rol diferente al de padre o la madre, por tanto, es fundamental no intentar reemplazarlos. La nueva pareja nunca debe regañarles, sobre todo al principio, ellos tienen un padre o una madre que son quienes van a educarlos y orientarlos en la vida. No deben intentar tener el rol de padre o madre, y deben pensar que sólo son la pareja de su progenitor o progenitora y no tienen  derechos sobre ellos.

Con el tiempo y si la pareja es bien aceptada, probablemente podrá intervenir y participar de sus vidas, pero al principio lo más recomendable es mantenerse al margen.

Ante situaciones que sean necesarias corregir o provocaciones hacia la nueva pareja, es necesario que ésta se lo cuente al padre o la madre de los niños para que intervengan y corrijan o frenen situaciones que no deben producirse.No se pueden producir situaciones en las que haya falta de respeto.

 

Dª. Trinidad Aparicio Pérez

Psicóloga. Especialista en infancia y adolescencia.

Granada.

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